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Exotismo de 30M

Miembro de Alternativa Nacionalista Canaria

Pedro González Cánovas | 27 de mayo de 2020

Aquella escoba tenía el cabo tan liso que parecía artificial. Sin embargo, yacía muerta, encaramada de la pared como un trofeo de caza comprado y colgado sin necesidad de ir a cazar. Extrañamente, en el mismo paño se veía una plancha de carbón, una taza de hojalata, un cacharro de lechera, una yunta y un arado, un palo de bueyero, una hoz, un cuchillo, una foto en blanco y negro enmarcada y no sé cuántas cosas más.

Todo expuesto para un pueblo que ni barre con escoba ni plancha con aquel antiguo artilugio, que ve la hoz y el cuchillo como armas blancas y que, por desgracia, consume productos de afuera antes de ponerse a arar. Un pueblo que un día pretende encontrar en esas paredes identidad, y el resto del año abraza costumbres extrañas. Quizás porque piensa que aquella identidad de esclavos, de servidumbre, de hambrunas y enfermedades de pobres ya pasó y, aunque hoy todo lo que deslumbra esconde esclavos de nueva generación, la realidad colonial de aquel entonces, ya es un peso natural que parece un alegato absurdo ante tanto bienestar y progreso entrecomillado.

Cada 30 de mayo se nos ofende de nuevo con un carnaval lleno de exotismo que prostituye nuestra propia realidad hasta convertirla en un teatro. Y en las actuales condiciones, tranquilos, con nuevas ideas, vuelve este nuevo gobierno títere a reinterpretarnos para quedar «graciosos» y vender más Canarias fuera que aquí.

Nos tendremos que tragar otro 30 de mayo, pero no en silencio. Se lo tragarán luchadores de lucha canaria que luchan todo el año. Se lo tragarán los amantes del folclore, de la música tradicional; aunque no sea música aborigen, sino ya bien mezclada y aun así es nuestra y tradicional. Se burlarán de campesinos que lo son día y noche. Se mofarán de la Canarias de verdad, porque esa es la lógica de una celebración institucional forjada dentro del régimen colonial.

Si es por ellos, dentro de 100 años presentamos los trajes típicos de la misma forma horripilante que hoy, pero tampoco habrá testigos para contar esa cruel agresión: «Traje típico de Tenerife de albañil de la segunda mitad del siglo XX»; «Indumentaria tradicional de camarero de hotel de principios del siglo XXI». Si al de camarero se le añaden guantes de plástico y mascarilla da el pego cualquier cosa.

Pero, lo que apenas se recordará es que quienes hoy se venden como nacionalistas en el gobierno, en realidad, se avergüenzan de lo suyo propio, lo nuestro, y son capaces de editar vídeos donde se esquiva el acento local. A pesar de que la propia Real Academia Española de la Lengua afirme que el español de cada lugar vale tanto como cualquier otro y ninguno es mejor o peor que los demás.

Para el régimen colonialista, para sus colaboradores y los que les rinden pleitesía va esta queja, y para la gente llana del Archipiélago un llamado. Porque aún hay corazones vivos, hay orgullo de canariedad y nacionalismo canario de verdad. Porque existimos los nacionalistas, los auténticos de Canarias, y no nos creemos escogidos o iluminados con exclusividad, sino que hacemos por ser cada día más en número y aumentar el consumo local. Queremos más autosuficiencia y total soberanía para tomar nuestras propias decisiones y velar, con responsabilidad, por nuestras riquezas y su gestión. Y cuidar también de nuestra gente, como nadie de fuera (y menos los siervos del Capital) serán capaz de hacer jamás.

A esos títeres de turno, que enarbolan su canariedad estacional los 30 de mayo, va siendo hora de exigirles un mínimo de vergüenza y obligarles a que empiecen por cambiar la fecha por otra que represente de verdad a un Pueblo con miles de años de historia. Una historia que no empezó con esa supuesta democracia, ni con la españa colonial. Es hora de que crezcan como personas, sin miedos, sin traumas de esclavos, y nos dejen crecer como pueblo a los demás.

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