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¿De qué vamos a vivir?

| 29 de septiembre de 2012

EL TRANSISTOR DEL FACEBOOK.   Es normal que el sentimiento de coloniaje que padecemos muchos canarios haga surgir como un estallido de desesperanza la exclamación ¿De qué vamos a vivir? Es una frase repetitiva que nos impide quitarnos de encima la losa de esclavitud que estamos padeciendo.

EL TRANSISTOR DEL FACEBOOK.

 

Es normal que el sentimiento de coloniaje que padecemos muchos canarios haga surgir como un estallido de desesperanza la exclamación ¿De qué vamos a vivir? Es una frase repetitiva que nos impide quitarnos de encima la losa de esclavitud que estamos padeciendo. Los canarios hacemos poco por conseguir esa libertad, y los colonizadores observan con regocijo que, salvo grupos minoritarios, se lanzan al ridículo consuelo de pensar que una situación cotidiana de siglos tienen bien dispuestos los amarres de tan siniestra situación.

 

Estudiados los varemos de la historia de Canarias, es fácil deducir que en todo el espacio español no hay ningún lugar que merezca ser más independientes que nosotros los canarios. Son muchos años de dominio colonizador y puede pasar que ambas partes se hayan acostumbrado a ello. Además, cuando ha habido pequeños bosquejos de independentismo han sido reprimidos. Hay curiosidades que merecen ser destacadas por suceder en idéntico espacio histórico administrativo. Todavía no habían terminado los españoles la Guerra de la Independencia, sus fuerzas opresoras usaban la cruz y la espada arrasando una cultura milenaria con cierta florescencia; es verdad que la cultura canaria de aquel entonces, como así se ha demostrado, era una cultura solvente: costumbres, lenguas, etc. Los colonizadores llevaron a cabo la migración continental, de continente a continente (de Europa a África), inoculando una cultura que acabó con la que aquellos hombres indígenas vivían con arreglo a su forma de ser, tan ajustada a los nuevos contactos, que algunos los llamaron los grandes salvajes, con un sentimiento de patria que los colonizadores sufrieron lo indecible para terminar dominándolos.

 

En el transcurso del coloniaje, por medio de escritos en libros y prensa han surgido con más frecuencia que las supuestas, deseos de libertad, y me cabe la satisfacción de decir, por el amor que siento a la Vela Latina Canaria, que con motivo de celebrarse regatas un 29 de abril, fecha tomada como ocasión de pendón y recordatorio de la Conquista, un comentarista escribiera que no se explicaba cómo un pueblo festejara su derrota.

 

Creo que está llegando el momento de disipar la nefasta frase que encabeza este trabajo. Considerándonos en la tesitura de elegir entre excremento del diablo no o excremento del diablo si, opositando a lo segundo, que no sería mi preferencia, podemos decir que podríamos vivir del petróleo. La cosa se explica fácilmente, si las prospecciones petrolíferas dan resultado positivo deberían los canarios reclamar los derechos de su independencia y controlar por sí solos unos resultados que tratan de ser expoliados. La Convención de Jamaica es clara al respecto, la situación de Canarias, por ser Archipiélago de Estado pierde su propio control administrativo, pero obteniendo la calificación de Estado Archipielágico, el territorio canario pasaría a ser calificado nacional canario con lo que se acabaría con ese aherrojamiento colonizador que nos envilece desde hace seis siglos. En las Naciones Unidas hay mociones al respecto de nuestra independencia, pero ya sabemos cómo se las gasta ese grupo internacional que tanto fustiga abusos territoriales. Debemos suponer, sin temor a equivocarnos, que las presiones influyentes de España en la ONU están pudiendo más que las razones históricas para acabar con uno de los pocos dominios colonizados del universo.

 

Este es un tema que es cuestión de detallarlo minuciosamente para llevar al convencimiento de los canarios que sí podemos vivir en libertad. En todo caso, en situación más digna de estar constantemente sorroballados por la nación opresora, la madrastra España. Siendo libres sí que podemos vivir para que el petróleo que florezca sea nuestro. Está tan claro el resultado que, mire por donde, viene a resultar que el intento de robo de nuestra propiedad petrolífera nos aclara que debemos tomarlo como un derecho natural que nos va a poder permitir hacer desaparecer de nuestra lengua la sonrojante frase de qué vamos a vivir si nos independizáramos. Así que sea en este momento el inicio de nuestro rumbo hacia la libertad.

 

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