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El "mierda" seca

| 21 de noviembre de 2012

  Hace unos días lo citaron y al oír ese nombrete o apodo referido a alguien, me entró curiosidad de saber quién era ese personaje, al tiempo que recordaba haber oído en mi infancia y juventud, expresiones parecidas, como: “¡esto o este, vale lo que

 

Hace unos días lo citaron y al oír ese nombrete o apodo referido a alguien, me entró curiosidad de saber quién era ese personaje, al tiempo que recordaba haber oído en mi infancia y juventud, expresiones parecidas, como: “¡esto o este, vale lo que la mierda seca!”; sin embargo intuí que a quien llamaban así, debía ser por su tacañería.

 

También recuerdo haber oído aquello, de: “¡no se come la mierda, porque le jiei (le huele mal)!” A la “mierda”, sabía que la llamaban poética y de forma fina: “la flor del camino”, y que la peor de ellas (las mierdas), era la “mierda perro”...

 

Pero, vuelvo a nuestro “Mierda seca”, que no era otro sino un personaje muy rico; y tanto que tenía una gran vaquería, con parras, higueras, tuneras..., y que, llegado a la finca -lo traían en coche, pues no conducía-, y con la ropa –vestido cual correspondía a señor y dueño, amo y propietario de tantos bienes-, que llegado a donde las vacas, se cambiaba de vestidos y corbata, y pasaba por ser el más sucio y más trabajador de sus empleados; pues, cogía la asada, y comenzaba a limpiar la cama (las bostas) de las vacas, y seguía así en otras faenas (esto me hizo pensar en la actividad de grandes empresarios al presente, que siguen haciendo otro tanto en sus distintos negocios), y que en épocas de cosechas o vendimias, controlaba tanto y tan “comemierda” era, que a los jovencitos que le trabajaban, les decía con referencia a las uvas, “¡no prueben ni un grano!”... Y aparentemente es lo que hacían aquellos gamberretes, en épocas de hambruna, que escondiendo los racimos entre piedras u arbustos, cuando llevaba los ceretos al camión, aprovechaban para comerse los ganchos y racimos escondidos o apartados, y que otro tanto le decía si higos u otros frutos, que repetidas acciones, se las pegaban, sin que se diera cuenta, así con la leche y demás.

 

Todo un personaje, para investigar y recoger anécdotas, y llevarlo al cine, pies al fin y al cabo, es nuestra historia rural, que ensaña un talante y cómo por un lado el espíritu ahorrador y grandes fortuna pasaron y pasan por semejantes comportamientos, y por el otro el ingenio y la astucia de unos muchachos que le “jugaban el ojo al amo”.

 

Quede pues, como testimonio y ejemplo de personajes populares, más allá de los clásicos y siempre repetidos (Lolita Pluma, Andrés el Ratón, Pepe el Cañadulce, etc.), que hay otros y la lista es muy grande. Otro día, les cuento lo de “Los Tumbas”.

 

El Padre Báez.

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