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Las pesquerías

| 05 de octubre de 2012

  No vamos a entrar a hablar de las atrocidades de Diego de Herrera, jefe de las alimañas europeas en Titeroygakaet (Lanzarote), ni a tratar sobre la sanguinaria criminal y torturadora Inés Peraza de las Casas, ya que alargarnos en narrar sus crímenes y abusos serviría para casi cansar al lector.

 

No vamos a entrar a hablar de las atrocidades de Diego de Herrera, jefe de las alimañas europeas en Titeroygakaet (Lanzarote), ni a tratar sobre la sanguinaria criminal y torturadora Inés Peraza de las Casas, ya que alargarnos en narrar sus crímenes y abusos serviría para casi cansar al lector.

El día que nuestra patria sea libre, nombres como estos serán borrados para siempre de nuestras plazas y calles y sus crímenes y atrocidades deberán ser indemnizados por quienes gobiernen en su patria, que aún mantiene la llave de los grilletes que nos encarcelan.

Tras las razzias en busca de esclavos en la costa africana y la lógica reacción de los pobladores de aquellas tierras, afortunadamente los ataques y correrías cesan. Los intentos de colonización de la costa africana por parte de los españoles vuelven a caer como una losa sobre el pueblo amazigh de las Islas Canarias, donde en una de estas incursiones docenas de canarios al mando del también canario Maninidra fueron muertos por los nativos bereberes de esa zona continental.

Como pueblo hemos sido víctima de la codicia y rapiña de estas hordas. Tanto portugueses como españoles en ese momento (principios del siglo XVI), se disputaban la costa africana que había sido “concedida” por Juan II de Castilla al Duque de Medina Sidonia, que ya explotaba la pesca de la almadraba en el litoral andaluz. El auge de las pesquerías llegó a constituir el mayor recurso económico para nuestro pueblo.

Los colonialistas europeos creían tener derecho sobre cualquier lugar del planeta por donde ellos pasaban. Ahora mismo no se sonrojan cuando dicen: “El Sahara no era una colonia, era una provincia con diputado en Cortes y todo”. ¿Se puede ser más caradura, más cínico y más bobo?

Los colonialistas españoles se han cansado de gritar hasta la saciedad que nuestros antepasados eran un pueblo que desconocía la navegación. Hoy cualquier persona mínimamente preparada sabe que los antepasados de los canarios pescaban mar adentro atunes, albacoras y grandes peces que luego eran traídos hasta la costa y que estos a su vez navegaban entre islas.

La presencia y audacia de los canarios en la costa africana sirvió para llenar la barriga y matar el hambre de los desalmados y avariciosos españoles. A finales del siglo XIX los españoles le conceden autorización al escritor Silver Ferropara para la instalación de barracones y una fábrica de salazones creando para ello la sociedad de pesquerías canario-africana.

El escocés George Glas, gran conocedor de la costa continental africana, hablaba de unos treinta barcos construidos y tripulados por canarios. Los intereses coloniales españoles produjeron que fracasara la instalación de industrias pesqueras, tanto británicas como estadounidenses. Todo el mundo sabe cómo los españoles abandonaron el banco sahariano, por la puerta de atrás, diciendo que a España le salía “cara la posesión” del banco. Siempre hablando con su típica altanería y prepotencia y mandando callar a todo aquel que discrepe. La abundancia de pescado era tal que dos hombres podían pescar anzuelo entre 150 y 200 kilos de tasarte o anjova en una hora. Ningún pescador canario sentía pereza por muy dura que fuera la jornada a bordo (todos nos acordamos de los ‘roncotes’). Esto lo recalco por la manera desagradable y altanera en la que los españoles acostumbran a tildarnos de indolentes y aplatanados, con la clara intención de anularnos como gente (estrategia propia del colonizador).

Cuando algunos canarios hablan de habitantes autóctonos del Sahara, se refieren al de las tribus Hassanías, cuyos descendientes son los actuales saharauis de las brutales tribus guerreras árabes que continuamente esclavizaban y hostigaban al pueblo beréber Zenaga. Los parientes continentales de los canarios son los zenagas, con lo cual es una contradicción posiblemente por la falta de información a la que el canario tradicionalmente se encuentra sometido. ¿Cómo es posible entonces que haya descendientes de los zenagas que estén apoyando una república árabe a sus puertas?

El portugués Valentín Fernandes hablaba de los zenagas como un pueblo de tradición sedentaria y pescadora, de abundante barba y vestidos con pieles al igual que los canarios de nuestras islas. Una de las llegadas masivas de zenagas a nuestro archipiélago se produce por la presión que las tribus árabes de Hassanías hacen sobre nuestros antepasados continentales, posiblemente en la zona de Tarfaya.

Como podemos ver, el repliegue colonial cada día se va haciendo una realidad aunque los españoles no parece que hayan aceptado la realidad de la historia y aun con un cinismo sin límites pretenden expandirse al oeste de las Canarias unos 285.000 kilómetros cuadrados; pero eso solo son sueños…

La realidad es otra: una pesadilla cuando vean que de aquí también se tienen que ir. Y será más pronto que tarde.

El tiempo corre, pone a cada uno en su sitio y, ante todo, no perdona.

 

Manuel Zenat.

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