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Canarias: ¿Autodeterminación o Descolonización?

Editorial | 26 de enero de 2016

El que fuera Secretario General de los Socialistas Vascos, Ramón Jaúregui, al ser preguntado en una ocasión por la posibilidad de que Euskadi consiguiera su independencia, tras esbozar una sonrisa respondió que "para que un territorio consiga su independencia, necesita cumplir con tres requisitos: que hubiera sido conquistado por las armas; que todavía conservase la herencia cultural de sus antepasados; y que tuviese la suficiente riqueza económica para subsistir independientemente". Y según él, el Pais Vasco no cumplía alguno de esos requisitos.

Era la opinión del ex vice-Lehendakari. Pero sin pretenderlo dio los fundamentos necesarios para que el pueblo canario pudiese reclamar unos derechos que le fueron arrebatados por la fuerza hace ya 500 años: porque el Archipiélago ¡sí! fue conquistado por las armas (tras 94 largos años de lucha); aún conserva la rica herencia cultural y antropológica de sus antepasados; y posee en la actualidad una impresionante cantidad de recursos económicos propios, con los que podría prosperar sin depender de ninguna nación extranjera.

En unos dramáticos momentos en los que la sociedad española está alterada por la incierta y complicada situación de Catalunya; y cuando se pregona abiertamente la necesidad de una consulta popular para decidir el futuro "como nación" de Euskadi; suenan algunas voces que piden "promover una consulta popular para la autodeterminación del Archipiélago".

Pero, ¿es realmente necesario que Canarias tenga que someterse a un referéndum popular para decidir sus destinos? ¿Tiene derecho el Archipiélago Canario a la Autodeterminación? ¿O es que, la realidad de las islas es mucho más profunda? Para ello hay que hacer un detenido examen a su historia  pasada y presente.

Según consta en el Artículo 1 de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos (celebrados en Nueva York), la Autodeterminación es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno; perseguir su desarrollo económico, social y cultural; y estructurarse libremente sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad. Y en esa disyuntiva centran sus apuestas las formaciones nacionalistas de Cataluya y Euskadi, amparándose en lo obsoleta que ha quedado la Constitución Española... 

 Pero no es esa la situación del Archipiélago Canario: no tiene que decidir mantener una unidad territorial (porque no existe); ni pedir que le den la independencia, porque de hecho ya era independiente antes de ser conquistado a sangre y fuego. En este caso, bastante clara fue la Resolución 1514 de la Asamblea General de la ONU, más conocida como la "Carta Magna de la Descolonización". En ella se deja bien claro que "la sujección de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una negación de los derechos humanos fundamentales, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete la causa de la paz y de la cooperación mundial". Más aún, que "en todos los territorios que no han logrado aún su independencia deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios". Por ese motivo se creó en 1961 el Comité de Descolonización, para "descolonizar los territorios no autónomos bajo administración de potencias coloniales".

 Que Canarias es una colonia, nadie lo puede negar. De hecho, según el Diccionario de la Lengua Española, colonia es un "territorio fuera de la nación que lo hizo suyo, y ordinariamente regido por leyes especiales". En el caso del Archipiélago, a 1.500 kilómetros de España, no sólo está la circunstancia "especial" de la distancia, sino que la historia no se ha borrado: la conquista de las islas fue sangrienta y muy larga (94 años), y las Crónicas no son parcas en relatar las matanzas y torturas a civiles, y la esclavización sistemática de los isleños. Algo similar a lo que luego ocurriría en América...

 Luego se produjeron las llamadas "vías para la integración de los isleños" supervivientes: matrimonios mixtos (legales o no), evangelización forzada (si no eras "cristiano" podrías ser esclavizado o desterrado), participación en actividades económicas comunes (enrolados por la fuerza en la conquista de América), y la redistribución de nativos de unas islas en otras. Tras quinientos años de "culturización" forzada ("españolizar, diría el ex-Ministro Wert) y aislamiento geográfico, el resultado es el actual: un pueblo mayormente desconocedor de su realidad histórica y cultural, pero no por ello con menos derechos a reclamar lo que hasta ahora se le ha venido ocultando (y negando): su descolonización.

 Sin embargo, desde los tiempos de la Dictadura franquista, Canarias no era considerada una Colonia (como tampoco lo eran Guinea Ecuatorial, el Sahara o el Protectorado de Marruecos), todo lo más "una provincia de ultramar". Luego llegaron las grandes descolonizaciones, y el status del Archipiélago fue camuflado con el epíteto de "región ultraperiférica". Así ha ocurrido que durante los 2 Decenios Internacionales para la Eliminación del Colonialismo (decretados por la ONU en sus Resoluciones 43/47 y 55/146), el nombre de Canarias no ha aparecido como "territorio a descolonizar", al igual que ocurre con Martinica, Reunión, Guadalupe, Guayana, etc.

 La situación actual no parece que vaya a variar a nivel político. Pero a nivel social, desde Europa se han ido destruyendo los sectores primarios tradicionales (pesca, agricultura y ganaderia) para crear una situación mayor de "dependencia";  el turismo, controlado (y cobrado) desde el exterior, es el espejismo con el que se envuelve a la población; los impuestos se van a Madrid, y tan sólo una parte (cada vez con más condiciones) vuelve al Archipiélago; y los verdaderos recursos con que cuentan las islas, están siendo rifados por los especuladores internacionales (como Repsol).

Por todo ello, nos encontramos con el mismo problema. Si en Cataluya y Euskadi todo depende de la concienciación de sus pueblos, en Canarias todo depende de la concienciación de la clase política dirigente y presuntamente "nacionalista".

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