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Oswaldo Betancort

Cuestión de consenso

Alcalde de Teguise

Oswaldo Betancort | 08 de noviembre de 2017

La gobernanza se centra, como todos sabemos, en las acciones que se determinan de forma consensuada aceptando, todos, las normas de juego.

 

En teoría esas normas de juego, las marcamos los que de una forma u otra formamos parte de la tramoya de los partidos. No está de más recordar que cada formación política tiene sus órganos en los que debatir la consideración de ir juntos en un camino u otro, con una estrategia consensuada y con una voz única a la hora de defender los acuerdos tomados en los núcleos de decisión.

Amparados algunos en su naturaleza asamblearia dan por válidas cuestiones antagónicas y aduciendo como digo a su naturaleza, plantean el desacuerdo en cuestiones básicas como una forma de consenso, cuando realmente son cuestiones de liderazgo de la propia formación política, una carrera por el protagonismo, en definitiva, un “quítate tú para ponerme yo”.

Se viene poniendo de manifiesto desde hace algún tiempo que esa dinámica de consenso no se aplica, y a las hemerotecas me remito. Vemos como en cuestiones de gobierno y dentro de un mismo partido son diferentes las consideraciones que se trasladan a los ciudadanos, cuando a mi entender esas cuestiones deberían como digo consensuarse antes de emitir un discurso único.

Ese y no otro, creo que debiera ser el modus operandi de los partidos democráticos pues, como digo, las decisiones importantes son las que van a guiar el camino de la gobernanza y ante eso cuanto más consenso, mejor.

Soy reiterativo en este planteamiento, creo en él, creo en el trabajo en equipo, prueba de ello es el modelo que tenemos implantado en Teguise desde que empezamos en esto. Cohesión y trabajo; signos de ello es lo que hace falta trasmitir a la población.

Los que fundamentan su actividad política en la toma unilateral de decisiones que afectan a todos es más que evidente los resultados que obtienen, como ejemplo a citar tenemos a Podemos en Cataluña… La toma de posturas personales en un sentido u otro ante problemas que a todos nos afectan producen confusión y rechazo incluso dentro de su propia formación, y esto hace que surja la duda natural de la sociedad que se verbaliza comúnmente como: “Si ellos no se ponen de acuerdo entre ellos mismos, cómo será cuando tomen decisiones por mi…”.

Volvamos a los comienzos, volvamos a utilizar las herramientas puestas por nuestros partidos a nuestra disposición para construir un futuro en el que cada uno retome su propia voz y, mediante el dialogo y el consenso, podamos ofrecer un discurso único y sin fisuras, pues la realidad y sus posibles soluciones las tenemos en nuestras manos. Creo que es lo que la sociedad espera de nosotros.

 

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