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Padre Báez

La orografía, los hizo así.

Sacerdote y escritor

Padre Báez | 22 de enero de 2017

La orografía, los hizo así. El guanche, al vivir en este terreno tan agreste, de desniveles tales, de barrancos profundos, de riscos escarpados, de montañas elevadas, de terrenos difíciles, todo ello hizo que el guanche, en su gran sabiduría, no se amilanara, sino que astuto, sagaz e inteligente, venció al medio y ello de tal forma, que para ellos era cosa común, y dificultad alguna no encontraban en el terreno fuera como fuera, y así colgaban sus casas en precipicios, en verticales, y hasta en terrenos sobresalientes, sin vertical de caída, sino al contrario, y a pesar de ello, para ellos, eso no era dificultad alguna y vencían todo desnivel, toda dificultad, y llegaban y cruzaban, subían y bajaban con toda naturalidad,  cual si ello no ofreciera obstáculo alguno; insalvable para nosotros, para ellos lo más normal y corriente. Y es que en ello se entrenaba desde niños, y cuales reptiles, les imitaban en escalar o descender por verdaderos precipicios, sin que jamás ninguno tuviera un accidente, pues eran dueños y señores del medio, al cual adaptaron sus vidas, mientras que a otros, los hubiera parados inactivos; los guanches, vencieron a la naturaleza, y la dominaban. Asombra todavía ver cómo dejaron maderos y palos que hacían de explanación y balconada en cuevas a donde para nosotros solo las aves pudieran subir o los lagartos, pero no hombres por no ver la manera de acceder o descender, entrar y salir de o a donde tenían su hogar, materialmente colgado de riscos inaccesibles aún hoy a pesar de las técnicas de espeleología o de alpinismo, de expertos rescatadores, quedando los mismos, parados frente a estos edificios en riscos, como fueron casas de viviendas, almacenes, salones, etc., cosa para ellos de lo más natural y sencillo. Y es que en los saltos -por ejemplo- que daban, sin tomar carreras para ello, sin palos para el impulso, sino simplemente con saltar subían cuales espíritus sin cuerpos que volaban. Pero otras técnicas tenían de ayudarse de palos cuales jabalinas para el impulso, y luego adaptados a los salientes del terreno por pequeños que fueran, les servían de agarraderas y de apoyo, y como si tal cosa, cuales expertos en trepar, escalar, ascender, etc. Llegan pues, a un medio difícil, de pocas llanuras, y más que en plan de defensa y seguridad, por aprovechar el terreno y cual defensa de alimañas, humedades, y mil otras cuestiones, edificaban y se colgaban de los riscos, que es admiración; pues ahí están sus obras, que difícilmente se las pueden observar, salvo desde lejos, por la distancia, y al no estar horizontalmente, sino muy por encima del observador, por más que anteojos o prismáticos, éstos solo alcanzan la boca o entrada, pero no el interior, y salvo que se cuelguen y queden sin lugar de apoyo, no se puede ver las obras de perfección arquitectónicas realizadas a  tal altura, y sin espacio exterior donde operar, sino colgados de los riscos, de los que eran amos y señores. Cualidades, arte y oficio de aquellos hombres, que pasan por ser pro-hombres, o diríamos más que hombres si se pudiera decir, pues solo eran hombres que pusieron en activo y a producir sus mentes, a las que seguían unos cuerpos bien disciplinados, como  nunca antes ni después los hubieron. Cuanto queda arriba escrito o expuesto, es fácil observarlo y ver en diferentes yacimientos, siempre vistos desde el suelo y a gran distancia, en filos de riscos sin donde apoyarse, y hasta los niños allí se criaban sin que hubiera peligro de caída, pues desde pequeños ya reptaban más que gateaban.

El Padre Báez, que no sigue adelante en cuanto proyectado tenemos, sin antes pasar por estas situaciones donde aparecen tímidamente parte de cuanto profundizaremos con el tiempo, pues es tanto, que si seguimos dando saltos, y sin reparar en estos aspectos, se nos quedaría coja y sin cimiento cuanta Historia contemos, porque si así maravillaron, espere paciente el amable lector, para lo que es difícilmente creíble, pero siempre con el apoyo de lo que dijeron -tímidamente- cuantos fueron los primeros testigos, y algo, aunque poco, dijeron. ¡Suficiente!

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