¡Ya se quebró el Gánigo...!

Momento de arrojar el gánigo

Un año más, a lo largo y ancho del Archipiélago Canario, se ha vuelto a celebrar la tradición milenaria del Weñesmed: la Fiesta de la Cosecha o Año Nuevo Lunar. Evidenciando con ello que nuestra cultura ancestral Amazigh continúa viva, y que perdurará aún más en nuestros jóvenes.

Según recogen las Crónicas (y la siempre fundamental tradición oral), el Calendario de nuestros antepasados canarios era un ciclo cerrado y completo, debido a que contaban el año en 12 meses, y éstos a su vez por fases lunares, requiríendose de 9 dias para completarlo. Y era en la fecha en que el Sol alcanzaba su máxima plenitud (que correspondería al 15 de agosto), cuando "hacían fiestas por nueve días contínuos aunque fuese entre enemigos y hubiesen guerras. Por entonces no peleaban, festejándose unos con otros".

 

Asistentes al Weñesmed de Güime

Esta celebración coincidía con la recogida de las cosechas. Y el Jefe (o rey) de cada cantón aprovechaba para repartir entre sus súbditos la simiente (semilla) para la próxima cosecha, haciendo al mismo tiempo "gasto de reses, gofio, leche y manteca". Era en ese momento cuando los presentes "mostraban su valor, haciendo alarde de su gracia en saltar, correr, luchar...".

Los restos del Gánigo ya roto

Durante el Weñesmed, los presentes le agradecían a la Diosa Madre Chaxiraxi, la buena cosecha recogida en ese año que acababa; y le rogaban que en el año que comenzaba las cosechas fuesen mejores, que los ganados fuesen más fuertes, y que no faltasen el agua y los alimentos.

 

Un brindis durante el Weñesmed

El momento más emotivo de la celebración, es la rotura del Gánigo (cuenco) que cada cual había utilizado a lo largo del año que acababa, para beber la leche con gofio. Esto significaba que se destruía un objeto ya inservible, y seguidamente se estrenaba el nuevo Gánigo (tabajoste o tofio) con el que se comería durante el transcurso del año que comenzaba.

El gánigo viejo es empleado por última vez

Como hecho anecdótico hay que reseñar que durante la Rebelión de los Gomeros de 1488 (organizada por el mítico Hupalupa), el guerrero Hautacuperche dio muerte al sanguinario gobernador de aquella isla, el conde Hernán Peraza (y a sus dos escoltas). Los conjurados gritaron, alborozados: "ya se quebró el gánigo de Guahedum...". Se había acabado con el"objeto inservible".

FELIZ WEÑESMED