“Pienso, luego existo” (Descartes)

Sainete electoral en el borbonato

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Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario

El próximo 28 de abril de 2019 (2969 del calendario wanche, dado que empezamos a contar bastante antes) el fascista y caduco régimen monárquico y colonial español ha convocado a elecciones a los incautos súbditos mediante una farsa o mejor, un sainete electoral, dado que una farsa es un pieza cómica con el objetivo único de hacer reír a los espectadores, con un final feliz, mientras que un sainete se enmarca en el género dramático, mostrando la importancia de identificarse con la patria, uniéndose a otros de igual fervor patriotero, el de una (porque no hay más, gracias a Akuran), grande (porque lo es) y libre (porque cuando pones la quiniela puedes elegir entre el 1, el 2 y la X). En nombre del sainete han embellecido palacios y jardines, hasta en las calas han puesto vigilantes, vueven los bocadillos de mortadela y los masajes a ancianos y discapacitados, en una fugaz, efímera farsa pero en un perpetuo, dramático sainete.

La plutocracia coronada. El término plutocracia deriva de la palabra de origen griego “ploutokratia” (ploutos ‘riqueza’ y kratos ‘poder’), lo que significa una clase de oligarquía en la que el gobierno lo ejercen directamente las élites acaudaladas o el gobierno está controlado por las mismas. En su versión clásica estas élites legislaban en su beneficio excluyendo de la representación política a aquellos ciudadanos que no alcanzasen un mínimo de riqueza y, si no fuese por el aumento de la conscienciación que han alcanzado las actuales sociedades lo seguirían haciendo todavía, motivo por el que se han visto obligadas a aceptar, como mal menor, el derecho al sufragio universal pero también con unas reglas claras a su favor, que en la mayoría de los casos han denominado constitución, hecha a su imagen y semejanza, dependiendo de un poder legislativo con disfraz parlamentario pero controlado, para evitar la pérdida del poder, por un senado, cuyo ejemplo, probablemente más reciente, lo tenemos en el senado del borbonato, esa dinastía extranjera que, durante siglos, ha ejercido el poder en el reino de España, aplicando el denominado golpe de Estado número 155 para evitar que el pueblo catalán ejerciera el derecho a la soberanía que, como nación, le corresponde y que se tradujo en el encarcelamiento, sin juicio alguno, de los políticos catalanes cuyo “delito” consistió en ofrecer a su pueblo el derecho a ejercer el sufragio universal, ignorando, interesadamente, el reino de España, cuya jefatura se ejerce en forma de plutocracia coronada, la célebre sentencia precisamente de un catalán, Pi y Margall, que dice “Los derechos de los pueblos no prescriben ni con el paso de los siglos”.

La democracia es el gobierno del pueblo. La palabra democracia deriva de la palabra de origen griego “democratia” (demos ‘pueblo’ y el precitado krátos, ‘poder’), lo que quiere decir que el poder el ejercido por el pueblo, en el que reside por lo tanto la soberanía. Ese es el motivo por el cual se ha incluido ese “palabro” en la definición de la forma del Estado Archipelágico de Canarias, la República Democrática Federal Canaria. Esta forma de gobierno es tan antigua como el mismísimo pueblo wanche, que funcionaba democráticamente mediante los Tagorores, instituciones asamblearias en las cuales se votaba a mano alzada, de forma transparente por lo tanto, sin trampa ni cartón, ni trucadas papeletas y, mucho menos, manipulados y manipulables sistemas electrónicos, de los que el Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario tiene sobrada experiencia debido a su participación en más de 7 sainetes, perdón, convocatorias electorales del también precitado borbonato, convocatorias en las que, sistemáticamente, la fraudulenta contabilidad del colonialismo, nos elimina más del cuarenta por ciento (40%) de nuestras papeletas durante el burocrático trámite (“burócrata yo” “Eso no me lo repite usted duplicado y compulsado”, dice una viñeta del genial Forges) que transcurre entre que los secretarios de las mesas electorales llevan las papeletas al juzgado y se publican los resultados. Eso sin hablar de la infinidad de mesas que no exponen nuestras papeletas hasta que nuestros más de dos mil (2000) revolucionarios activistas exigen a los presidentes de las mesas la exhibición de las mismas, pues en caso contrario el yugo del rancio colonialismo las oculta en sus oscuras y vergonzosas mazmorras.

En conclusión, “lo llaman democracia y no lo es”, como dice la consigna de los infatigables luchadores anticolonialistas, tanto canarios como internacionales, incluyendo muchos españoles, que los hay y muy buenos, no existiendo las democracias burguesas ni las populares, ni las liberales sino que democracia hay una y no cincuenta y una, la que ejercen los pueblos soberanos, la que ejercen los ciudadanos tanto en la República Democrática Federal Canarias como en el resto del mundo en las plazas y mercados, en las asociaciones culturales y deportivas, en las comunidades de vecinos, en los Tagorores wanches de antes y de ahora, democracia cuyo nombre asumen los detractores de la misma para, fraudulentamente, seguir ostentando el poder en nombre de la democracia pero ejerciendo la más dura y pura plutocracia, la “democracia” del dinero o sea, la moneycracia, ejercida preferiblemente en congresos y senados en representación de un ignorantado pueblo al que aborrecen, engañan y envilecen.

Ministerio de Ciencias Sociales de la República Democrática Federal Canarias