Nuestra memoria histórica sí, no la de ellos


AUTOR: MANUEL ZANAT
Finalizada la conquista, es Pedro de Vera el que introduce el cultivo de la caña de azúcar en Canarias a través de Madeira, donde ya se producía. Este fue el segundo monocultivo tras el de los esclavos, que con su venta pagaron el precio de la conquista por estas alimañas. Su cultivo fue el primer empujón que dieron al comercio y la industria de exportación y el primer desarrollo a su vez del Puerto de la Luz, en la isla de Tamarant.

Finalizada la conquista, es Pedro de Vera el que introduce el cultivo de la caña de azúcar en Canarias a través de Madeira, donde ya se producía. Este fue el segundo monocultivo tras el de los esclavos, que con su venta pagaron el precio de la conquista por estas alimañas. Su cultivo fue el primer empujón que dieron al comercio y la industria de exportación y el primer desarrollo a su vez del Puerto de la Luz, en la isla de Tamarant.

Algún tiempo más tarde esta siembra llegó a las islas de Chinet, La Gomera y Benahoare. El control del comercio del azúcar estaba en manos de los europeos que a su vez empleaban mano de obra esclava procedente del continente. Como decíamos, nuestro pueblo fue el que pagó con su sangre la conquista por parte de la inmundicia europea. La memoria histórica aquí en Canarias solo es para tratar de aquellos que murieron a manos del fascismo pero… ¿nuestros antepasados no murieron también a manos de los europeos? No en ese sentido, la respuesta es el silencio. Nos tapamos los oídos ante lo que no nos interesa escuchar; es que es algo embarazoso: “Lo siento, tengo una reunión ahora y me están esperando”, “Lo siento, llevo prisa, tengo el coche mal aparcado”…

La conquista y colonización de las Canarias siguió paralela a la ocupación de América. Este fue un laboratorio donde se probaron y experimentaron toda clase de barbaridades, que fueron luego moneda de uso en América. La mayoría de los productos fueron traídos a Canarias por los portugueses, como el ñame africano, la platanera, la batata, chícharos y otros… Y a su vez América nos mandó el millo, la papa e infinidad de productos que sirvieron de sustento a la población indígena de las Islas. No solo pagamos con nuestra sangre la conquista genocida de Canarias, sino que a su vez nos hicieron pagar parte de la conquista americana, habiéndonos hecho copartícipes en la misma, como ocurriera en la costa marroquí.

En las primeras décadas del siglo XVI Santo Domingo y La Habana son los principales destinos donde se dirigen los canarios. Tras la salida de los portugueses y la caída del vino, éste a su vez también introducido por los mismos y no como decía un responsable político hace poco que las cepas “habían sido traídas por los peninsulares (entiéndase españoles)”. Según este “erudito”, quien ni siquiera se molestó en coger un librito para informarse de que fueron introducidas por los portugueses en la década de 1580 en Tenerife y traídas del sur de Italia plantas adaptadas al volcán. Sin embargo, esta “eminencia” no está en el paro, sigue cobrando religiosamente e ingresando en cuenta; es lo que mejor se de la: la pelota a los españoles (según él “peninsulares”).

Dado el natural crecimiento poblacional en aquella época, los españoles temen un posible levantamiento de los nativos de este país y deciden por cada mil toneladas de alimentos mandar a América 50 familias nativas para repoblar lo que ellos iban despoblando. Esta llegada masiva de canarios a Venezuela evidentemente deja su sello en el país contribuyendo a la agricultura artesanal, pintura, fundición, etc. ; también en las artes y en las letras, a la vez que extendieron el culto, por ejemplo, a la Virgen de Candelaria por todo el país. Aquí, en nuestra patria, pueblos enteros se vacían para trasladarse a Venezuela y Cuba y tiempo más tarde los canarios tuvieron la oportunidad de expresar junto con el pueblo llano de Venezuela su derecho a ser libres y expulsar de una vez por todas a aquellos bárbaros que se habían adueñado de su patria y también de toda América a la que consideraban suya.

La rebelión estalló en 1741 en San Felipe Yaracuy. Aunque sofocada, el grito ya estaba lanzado: ¡Viva Venezuela libre! También aquí resonó.

Al igual que en Venezuela el grito está lanzado: ¡Viva Canarias Libre!