¿Para qué va usted a la metrópoli, Presidente?

 

Es de entender que no viaja a España para solucionar los problemas de los canarios ni el problema de Canarias porque nunca ha sido así. En esta ocasión, se va usted a Madrid a buscar más incentivos y prebendas para el empresariado turístico, como si éstos no tuvieran suficientes privilegios para el dominio y la esclavización de los trabajadores, con la nefanda Reforma Laboral que los fascistas han aprobado por decreto. Presidente del Gobierno de Canarias, ha exprimido usted y marginado a nuestro pueblo –sobre todo al nativo– llevándolo a la incertidumbre, la desesperanza y la aceptación –indolente– de una situación que se podría revertir, pero que su amor ciego por la casta corrupta se lo impide. Los recortes draconianos a los servicios esenciales de esta población ultramarina (sanidad, educación, dependencia…), para cumplir con los objetivos del “déficit” que sus amos de la metrópoli le marcan, le ha dado la posibilidad de endeudarse nuevamente, no para solventar o dar respuesta a las necesidades y demandas de un pueblo en su mayoría depauperado, sino para, con entusiasmo, repartir la presa entre las hienas que toda la vida han estado carroñeando en esta colonia y que, con usurarios intereses, avalada por la institución que administra, devolverá a los mismos depredadores de la banca que ha creado esta surrealista vida de miedo e inseguridad.

Viaja usted a la metrópoli encorbatado, pero sin moral y carente de sensibilidad para con este damnificado pueblo. ¿Por qué razón premia usted al empresariado turístico? Egoístas y explotadores, muchos de ellos españoles y otros extranjeros que, además de no invertir las plusvalías en Canarias, bordean la fiscalidad, los mismos que han vivido siempre del cuento de que sin turismo no hay remedio y quienes, aprovechando la coyuntura internacional actual, se han hartado a ganar dinero hasta reventar y no han creado empleo para los nuestros. Eso sí, pregona usted que en Canarias hay posibilidades de trabajo porque el turismo tira de la “economía” –será de la suya, que no se desprende de los gustos epicúreos–, llegando el eco a las orejas de los godos que, acostumbrados a la intromisión, se meten rápidamente en la casa y se hacen con la cocina. ¡Qué gracioso!, cuando dice eso de que “el empleo que se cree en Canarias será para los que vivan en Canarias” ¿A quién quiere engañar con esa artimaña semántica apta para discapacitados intelectuales? En Canarias puede vivir y acceder al trabajo cualquier foráneo que arribe a nuestro terruño, ya que el único mecanismo que lo puede impedir es una Ley de Residencia, pero es usted demasiado pendejo para ponerla en práctica o, como se usa ahora, implementar mecanismos y cortafuegos que paren la hemorragia invasora y el deterioro de nuestra nación.

Señor Paulino Rivero, es usted un mierda –y no se lo digo para ofenderle ni porque tenga nada personal contra de usted, mírelo de forma objetiva y se dará cuanta de ello–; su gestión clama al infierno y el resultado de su política esta a la vista, con un índice de paro, mayoritariamente de la población indígena canaria, que roza el 34٪No eche balones fuera culpando a la metrópoli o a los partidos españoles; a Canarias, dicho de su piquito, España le debe más de mil millones de euros, pero usted es tan generoso y colaborador con los problemas de la metrópoli que no los exige y hasta miedo tiene de recordárselo. Eso sí, al pueblo de las islas no le da tregua ni le pide permiso para meterle la mano en la cartera, sobre todo, a los más débiles.  En las manos de su gobierno ha estado la posibilidad de darle un giro a nuestro modelo productivo y a nuestra economía, pero se ha empeñado usted en ser un bufón de la Corte o, cuanto menos, un heraldo que se arrodilla vasallilmente ante un trono ladrón y despreciable, gimiendo y limosneando lo que, en esencia, no habría que rogar porque son nuestros derechos nacionales y la independencia de nuestra patria lo que nos deben. No obstante, usted es lo que es, ¿se lo habrá preguntado, no? o, al menos, habrá hecho una reflexión sobre sus actitudes cuando se va a dormir. No sé si se mira a menudo al espejo, al espejo de su conciencia, y ve algún rescoldo de decencia que se pueda apuntar en su esbirril biografía. Coja ejemplo de Artur Mas y de los catalanes… pero eso es pedir mucho a quien en el fondo de su alma ama a esa España abusadora, y que tantos beneficios y comodidades le ha proporcionado por su lealtad y contribución a mantener las cadenas de los canarios. No sólo es eso, se distancia usted de los catalanes porque sus amos le han advertido que con gente rebelde no se junte, pues le negarán el hueso que, como aun perro, le han tirado siempre.

Sabemos del pelotazo de Tindaya, motivo por el que están locos por construir para aplicar la política de los hechos consumados –pues no se puede entender qué coño deuda tenemos los canarios con el godo Chillida para concederle semejante capricho de agujerar la montaña sagrada– y, de paso, como pretexto, dilapidar más dinero público, darle el negocio de la traquita a alguna empresa de amigotes y recibir contraprestaciones en B. ¿Qué dirían los vascos si cualquier escultor canario se le ocurriera talar el Árbol de Guernica?... Claro, que a usted le importa un “güevo” nuestro patrimonio y nuestro acervo cultural porque, quien no valora a las personas ni se ocupa de sus problemas, qué coño le va a sensibilizar que destruyan un monumento de la naturaleza.

La paradoja está en esa esquizofrenia que le convierte en medioambientalista con el asunto del petróleo y en terrorista ecológico y cultural contribuyendo a la destrucción de nuestro patrimonio histórico, no sólo con Tindaya, sino con todas las licencias que ha concedido a sus amigos, los especuladores, para que emprendieran sus negocios inmobiliarios, arrasando con tantos yacimientos arqueológicos y todo vestigio de nuestra identidad y nuestros ancestros.

Todavía estamos esperando por esa diversificación de los sectores productivos que vocea en épocas preelectorales, pero nada, mentira tras mentira se ha mantenido en la poltrona, potenciando una economía de dependencia colonial, porque, además de no tener usted arrojo para tirar de las potencialidades de Canarias y hacerla verdaderamente autosuficiente, tampoco tiene puta idea de cómo se administra económicamente una nación para que sea próspera. Es usted un lastre, una rémora que nos tenemos que quitar, pues ya no es que por su culpa peligre el equilibrio de Canarias, sino la integridad física y psíquica de sus habitantes. Sea honesto y diga que la situación le supera; dimita o, por lo menos, ya que es usted un incompetente, deje avanzar y no combata a ese sector de su partido que quiere y sabe hacia dónde hay que llevar a Canarias –al sector independentista– y váyase usted a pescar salmón con su gran amigo Soria, y con toda esa pléyade caciquil que han vivido de la sangre del pueblo canario, tanto tiempo como el colonialismo español ha sido funcional en nuestra patria. Entre ustedes se entienden bien, sobre todo cuando hay negocios de por medio, pero nosotros no los necesitamos.