Para nuestra desgracia, solo tenemos un monocultivo.

Para nuestra desgracia, solo tenemos un monocultivo. Solo cultivamos turistas, y ya sabemos lo que dan, o lo que dejan. Ése, y no otro, es nuestro sector primario, o lo primero; el otro, el verdadero, nos lo han cambiado por turistas, y el otro, lo han abandonado.

Han desaparecido los tomateros, las plataneras, las papas, el millo..., ¿y para qué seguir? Ya sin frutos, ni frutas, ya como consecuencia sin empleo, solo producimos parados. Para comer, nada producimos, salvo pinocha y leche de tabaiba; cabras van quedando pocas, y las libres, que son las mejores, nos las mata el cabildo. Si no producimos, como consecuencia lógica y aplastante, no tenemos industria alguna, pues al no producir, nada podemos emprender.

Por tanto, sin empresas (salvo las de fuera, para vendernos de todo). Estamos, existimos y somos solo para comprar de todo y todo, somos solo compradores, nada vendemos (si nada producimos, nada podemos vender); pero, precisamente por ello, lo compramos todo. He ahí nuestra ruina y miseria, no ya que seamos pobres, es que somos paupérrimos.

Por no tener, no tenemos ni empleo; solo nos ocupamos en contar batallitas de jugadores de fútbol. Nuestra dependencia ya no es del 99 %, sino del 100 %. Solo somos ricos en pobres y en pobreza, y en ello y ellos, los que más, ahora mismo en el mundo, pues nadie y en ningún lugar nos imitan en no producir nada (ni agricultura, ni ganadería que son las que mueven el comercio en el planeta). Nada ofertamos, sino sol, pero es que ni nosotros lo aprovechamos, plantando tuneras, que viven del mismo, pues ya sabemos que el cabildo solo nos plantan pinos, y te castiga o multa si plantas otra cosa que no sean pinos, y si lo haces –si planas pinos –como lo hacen los veintiún (21) ajuntas y mientos- te premian y ayudan con dinero. Nuestros dos únicos recursos son: pinos y tabaibas.

 

El Padre Báez, Pbro. 28-04-18