00:06 h. sábado, 14 de diciembre de 2024

"Esos chinijos valientes".

 |  15 de septiembre de 2020 (22:17 h.)
Los niños de Argana caminando en dirección a Altavista
Agustín Enrique García Acosta -Trabajador Social

Como padre no les voy a negar que la vuelta al colegio de los chinijos me genera cierta incertidumbre. Creo que estos temores son compartidos por la mayoría de los papás, aunque también es verdad que aceptamos con resignación y respeto la idea de que vuelva la vida a los colegios.

Obviamente la vida no se para (últimamente repetimos en alto esta frase, convertida en eslogan para liberar tensiones y ofrecernos una explicación que calme el desasosiego que se nos plantea) y debemos empezar a apuntar las bases de una artificial cotidianidad. Lo cotidiano, las rutinas nos conectan a ámbitos de seguridad que reconfortan.

Y los niños y los colegios dinamizan la vida de la comunidad, señalan la importancia de seguir por el camino de la coherencia anunciada (aplicar el principio de la constante actividad del proceso de vivir) y, por tanto, nos acercan a una difícil digestión de situación. Los niños se adaptarán, ya lo hicieron ante la gran tormenta. Siendo los más frágiles en apariencia, los chinijos mostraron su valentía y sabiduría.

Les costó entender cuál era la amenaza que les impedía jugar bajo el sol, renunciar a los achuchones fuera de su entorno más próximo, interiorizar rutinas nuevas y aprender a convivir las veinticuatro horas con unos padres llenos de inquietudes que muchas veces no supimos disfrazar con destreza. Ahora toca primero convencernos de que hacemos lo correcto para explicarles que aunque la amenaza persiste ha llegado el momento de ir recuperando el contacto social, ir desprendiéndose del miedo que tiene en ralentí al mundo. Habrá que explicarles con convicción que el motivo de que ellos tengan que ir al colegio cuando los parques están cerrados, muchos padres no pueden incorporarse a sus trabajos, las citas al médico siguen siendo por teléfono, las reuniones familiares están limitadas, etc.

No podemos pretender que afronten este complicado tránsito sin insistirles en la necesidad de mantener interacciones sociales (eso sí con todas las cautelas), sentirse parte de la comunidad. No podemos exigirles normalidad en lo extraordinario. ¡Gracias a nuestros chinijos valientes!     

       

                      Agustín Enrique García Acosta, Trabajador Social)