16:45 h. domingo, 28 de abril de 2024

𝔼𝕟 𝕝𝕒 𝕔𝕠𝕝𝕒 𝕕𝕖𝕝 𝕡𝕒𝕟

EL PAN DE AGÜIMES

 |  17 de septiembre de 2023 (16:20 h.)
Lorenzo Lemaur

Llevaba días comiendo pan del prefabricado que venden en el Hiperdino. Me gusta mucho el pan, pero que me sepa a pan. Puede que se deba a que soy de Agüimes, uno de los lugares de Canarias donde mejor pan se hace. Con nostalgia recuerdo cuando, mientras mi abuela Maria Morales vivió, todos los meses de agosto, que era cuando a mi padre le tocaban las vacaciones, nos íbamos a nuestro pueblo. Cada mañana, con la talega bajo el brazo, iba con alguno de mis primos, calle arriba, hasta la panadería de Lalita a comprar el pan. Con la pala, directamente desde el horno, nos lo echaban en la talega. Recuerdo que una vez, por lo que fuera, llevamos una bolsa de plástico y los panes cayeron directamente al suelo tras derretir la bolsa. 

Cada mañana, al llegar a casa de mis abuelos, Pepito Santana y María Morales, nos escarranchabamos, mis primos, mi hermano Pepe y yo, a desayunar: café con leche y pan calentito mojado en aceite de oliva con ajos picados y un poquito de sal.

Bueno, pues eso. Que hoy me he venido a desayunar a la Pastelería Zayes. Un café con leche de medio litro, con tres sobritos de azúcar, y un pan crujiente, de Panadería La Estrella, mojado en aceite de oliva. Un poquito de sal. Ajos no tenía. 

Como siempre en Zayes, los sobres de azúcar de los que llevan una frase o una palabra del habla canario: "Escarranchao", "rabuja" y "más vale perder un amigo que una tripa".

Una vez 𝘫𝘢𝘳𝘵𝘰, me quito las 𝘤𝘩𝘢𝘯𝘤𝘭𝘢𝘴, los pies sobre el suelo fresco, me escarrancho bien y me pongo a escribir. Por los alrededores, una 𝘳𝘢𝘣𝘶𝘫𝘢, ni a tres años creo que llegara, pa'lante y pa'tras con su moto de juguete, a pedales. Y el padre y la madre alegando, sin poner mucha cuenta a la niña. Eso sí, la niña con su casco, más grande que ella.

Por cierto, de postre: un frito, de esos grasientos y relleno de un montón crema pastelera. Vamos, una bomba para mis 115 kilos. Enseguida se me vino a la mente que según leyera esta historia, mi prima María del Rosario me iba a echar un pleito; y con toda la razón del mundo. 

Pero, bueno: un día es un día aunque, en verdad, en este caso no vale el dicho popular: "más vale perder un amigo que una tripa". En este caso, una prima.