09:31 h. viernes, 26 de abril de 2024
campo

No sobran campesinos (agricultores y ganaderos), pasa que el Cabildo no los deja trabajar en el campo

 

El campo no lo tiene nada fácil. Nunca el campesino lo tuvo fácil, pero lo que es al presente, esto no tiene nombre, porque es que no le dejan hacer absolutamente nada, de lo que siempre se ha hecho. El seprona, el miedo ambiente y el cabildo están fijo observando para sancionar y multar por cualquier actividad propia del mundo campesino. Se han sacado unas normas, leyes y de clasificaciones del terreno, que impiden cualquier trabajo que se quiera hacer, y parece tienen un  objetivo definido: acabar con toda actividad campestre que no sea la de correr por el campo. Y cuando con la crisis, todo se ha puesto peor, la situación es desesperante, al no poder mantenerse con los productos, cultivo y cuidado del ganado, todo prohibido. El campo y el campesinado, se encuentran en una encrucijada de difícil solución. No solo no les dejan hacer nada, sino que por cualquier cosa que hagan tienen que pagar carísimas multas, y ello a pesar de la situación de pobreza y de nula actividad económica, pues no tienen qué comer, y tienen que pagar al cabildo que recauda a través del miedoambiente y del seprona, los pocos o nulos dineros de quienes nada tienen al no poder cultivar la tierra, ni cuidar de los animales, que eran y son las únicas fuentes de ingreso y de riqueza. La preocupación es grande, y en el campo se ha asentado el miedo, por no decir el terror. Y para colmo, falta la conciencia colectiva de manifestarse unidos, y nada hacen los pobres campesinos, sino pagar “religiosamente” al cabildo que los sangra. Nadie defiende al campesino, cual apestado. Todas las leyes están en su contra, y nada pueden hacer para librarse de las mismas. Y ninguna oportunidad tiene el campesino, que no sea la de abandonar y retirarse (algunos siguen, esperando mejores tiempos y que esto cambie). El campo está regulado, y de tal forma que asombra la ridiculez y el sin sentido de algo en su totalidad contra natura. Estas normas son un desconcierto permanente, que afecta ya incluso anímica y psicológicamente, más la crisis que arrecia. Todo se ha hecho, sin contar y sin consultar al campesino, sino a sus espaldas y a la zorrúa y traicioneramente. Son inflexibles, y no hay razones que convenza a esos ejércitos que militan sobre el campo, cual enemigo a abatir. Cualquier intento de hablar con ellos es infructuoso. Se da el contrasentido de no dejar coger hierba para una cabra, y tener que comprarla a cataluña y pagar al cabildo el peaje o franquicia de la misma, teniendo nosotros hierba para exportar y que no se la come toda ni el fuego. Se da las circunstancias que un maestro de escuela es el delegado o consejero de lo agrícola y sus asesores son técnicos y no campesinos, pero ésta, es una más de las cosas raras o absurdos de una política que acaba con el sector primario y lo desvía al turismo que fenece, sin resucitar el verdadero sector primario que es el campo. El campo debe ser regido por quien lo conozca. Por eso, no es justo el proceder de gente que desconoce el campo y confunde la rama de papas con hierbas protegidas. No hay eficiencia alguna, sino deficiencias todas. Y la cosa no mejora, sino que va a peor todo. El campesino, lo está pasando muy mal. Desaparecen las cosechas, y desaparece el ganado. Agricultores y pastores ya ni se ven. Comemos lo que nos traen de fuera, sin que nada produzcamos, y ello a pesar de la calidad de nuestra tierra y clima -los mejores del mudo-. La cosa está tan debilitada, que es de muerte segura. Y lo peor es que no aparece ninguna asociación que trabaje por la defensa del sector, que se hunde y desaparece. Lo que perdura (en su mínima expresión), no tiene valor económico alguno, sino sentimental y residual, sin pasar del ámbito familiar o personal. El problema es enorme: desaparece la continuidad. No se repone el personal, que va cada vez a menos. Y cuando alimentar a un animal a base de pienso, granos y hierba traída desde cataluña, sube cada vez más el precio del costo, a la par que el de la leche es menos que el del agua, con lo que se desmoraliza y hace que muchos tiren la toalla, pues gastan más que lo que ganan, y al que quiere acceder al campo, se lo ponen tan difícil que al fin claudica del intento, y dan marcha atrás. Mantenerse en el campo, es cosa milagrosa (se tenga o no fe). Es muy difícil seguir en estas condiciones y con esa persecución siendo inocentes y tenidos como terroristas o un peligro a eliminar. Y la verdad es, que no sobran campesinos, y campo hay. Tenemos mucho campo (sin contar los de fútbol). Tenemos 21 concejales de agricultura y dos consejeros de lo mismo y más, pero, ¡nada! No funcionan sino para reprimir y castigar. No sobran campesinos, pero los echan a patadas (a multazos). Puede que con un cambio de políticos, esto cambie; pero si siguen los mismos, esto del campo, se termina. Hay que volver al pasado, y que todo siga como antes o igual.

 

El Padre Báez.

Empobrecimiento del campo

 

La zona más pobre del grantabaibal, sigue en su empobrecimiento creciente. El miedoambientecabildiciosepronil, lo está arruinando, y acabando con lo poco que queda, están dejando se llenen miles de hectáreas que eran de cultivo, se llenen de tabaibas y de otras basuras que ellos plantan, contra lo que es uso y costumbre, norma y derecho, donde se garantiza el hambre y la miseria. Y todo esto está condenando a la mayor pobreza no solo al campo, sino a toda la isla, al no obtener de su tierra nada que poder echarse a la boca. Pocos son ya los que quedan de aquellos más que miles de pequeños agricultores, que tradicionalmente han vivido y han vendido de lo que cultivan o de los animales que cuidan. Este es el asunto: el cabildomiedoambientilsepronero que padecemos, está acaparando tierras, para volverlas estériles y plantar en ellas basura (repito). Es decir, tierra fértil, que pasa a ser tierra muerta. Curiosamente, sucede que desde aquí, donde se da muerte a nuestra agricultura y ganadería, se ayuda a agricultores y a ganaderos de otros lugares de fuera, lo cual es un delito, y un atropello, se mire desde donde se mire. Es decir, no invierten en lo nuestro, no invierten y lo hacen regalándolo a gente de fuera. La consecuencia es que ni se crean puestos de trabajo, ni se produce alimento alguno. Es de hecho una expropiación en toda regla, sin más. Y sucede, que cuanto hacen en el campo, lo hacen sin diálogo alguno con los campesinos, que los tratan como si no existieran y sí como fondo de donde recaudar dineros fáciles por medio de cuantiosísimas multas. El daño que se le hace a la tierra, es irreparable, y ¡hay que ver, lo que dejamos en herencia a los que vengan de atrás! Así que el campesino es el dueño de las tierras, pero no puede hacer uso de ellas, y sí los del miedoambientecabildiciosepronil, que hace cuanto le viene en gana en y con lo ajeno, pues los echan de sus propiedades de manera forzada y con armas. En poco tiempo, hablaremos de devastación total. Y, el riesgo es grande, que el campo quede desabastecido y avocado al hambre y muerte. Ya, la gente se marcha de sus tierras que ancestralmente han cultivado y se las llenan de pinos y otras basuras (vuelvo a repetir), quedando a merced de un desplazamiento incierto y de una inseguridad total. Y mientras todo esto pasa y ocurre, nadie dice nada y los medios de comunicación callan, y nos engañan con huertos en las ciudades entre coches y contaminación de humos y gases, que van a dañar gravemente la salud de los pobres consumidores de esas minucias. Y, agricultores y ganaderos que durante siglos han vivido de las tierras heredadas de sus mayores, y de las que tienen escrituras y registros de propiedad, pierden sus tierras al prohibírseles que las trabajen o tengan animales. Lo que no les puedo es, contar el sufrimiento, dado que éste es intransferible y solo lo sabe el que lo padece, pero es mucho, grande y grave. Campesinos desterrados y desplazados frente a la avaricia ciega de un cabildosepronilmiedoambientalista, que lo justifica todo con la protección de hierbas malas. Forzosamente expulsan de lo propio el miedoambietesepronilcabildicio, que destruye el sector primario tradicional, privando al campesino de su alimento de siempre, produciendo la hambruna que ya es común y conocida en el campo: escasean los alimentos, son muy caros y malos, mientras que la tierra está ocupada por tabaibas, retamas y basuras semejantes, y esto les va a faltar el respeto a los derechos humanos, y a la desaparición de todo desarrollo posible. Y nadie ayuda a cambiar este estado de cosas, que en lugar de mermar, cree de día en día en esa dirección.

 

El Padre Báez.

Sentados, acostados y soñando en el campo

 

-        Sentados: Puesto, que nada puede hacer el campesino, otra cosa no hace sino permanecer sentado todo el santo día, porque ni plantar papas, ni coger papas, ni segar hierba, ni poner un vallita, ni levantar una piedra de una pared caída, ni plantar un olivo, ni limpiar un camino, ni tocar una retama, ni rozarse por una tabaiba, ni tener una cabra, ni hacer absolutamente nada, todo lo que puede hacer y lo único es desde que se levanta, es estar sentado, porque vigilado, y observado, va a ser multado por cualquier cosa que haga. Miedoambiente lo tiene enfilado, y solo pretende acabar con él, exterminarlo y desaparecerlo, cosa que ya ha conseguido en un 99 %. Solo sillas o bancos donde un descanso sin límite, solo esperando llegue la noche. Mientras, en taburetes, receptáculo o similares, muros o pollos, alguna piedra con forma de asiento o cajón donde poner su cuerpo en pasivo. Bancos para reflexionar. Agricultor o ganadero sentado constituye un insulto al mismo campesino pues es, como la negación del mismo. Un asiento que es, cual banquillo de acusado, sin culpa sino la de cultivar o cuidar del ganado. Asiento que rompe al que se sienta en él, cuando debía estar en el trabajo

 

-        Acostados: Esto es lo único que puede hacer, bien a la sombra del eucalipto de la tierra, bajo una higuera –si la tiene- y en una larga siesta, pasar de estar así echado, guardar llegue la noche, para sin necesidad de madrugar, volver a levantarse y tumbarse viendo el fútbol o escuchándolo en toda emisora que funcione –menos en Radio Aventura Siglo 21 FM 107.8- y así, acostadito, la noche y parte del día, el seprona no encontrará motivo para multa alguna, salvo que se extralimite en hacer algo de lo signado en la primera parte. Solo camas donde acostarse y no poder descansar, por llegar bien descansado y donde dar vueltas y volverse, flexionar las piernas como ejercicio que no lo paralice. En la cama de colchón de pajas, con trapera de lana todavía de otros tiempos y tradición. Donde el sueño posible y noches en desvelos, donde murieron los abuelos y padres..

 

-        Soñando: Y ello tanto si despierto o dormido, otra cosa no puede sino refugiarse –mirado su terreno y alpendre vacíos- en la nostalgia de un tiempo pasado cuando y donde el campo era un vergel y la despensa propia y para el comercio. Solo soñar que el cabildo algún día desaparezca –con sus dos brazos miedoembiente y seprona), y poder volver a poner una cabrita, unas gallinas, y volver a plantar una orillita de coles, con sus papitas y millo, y volver a ser feliz, y sobrevivir, huyendo del hambre y de la enfermedad. Y entre almohadas y cojines, se despierte y vea la oscura realidad de un campo muerto.

 

Triste trilogía para el hombre libre en otro tiempo en el campo, donde se enseñoreaba de forma altanera y orgullosa de llevar una jose al hombro, trabada en su camisa, con una soga en el brazo, para segar el puño para las cabras, y luego coger la azada cual pluma de escribir o lápiz o bolígrafo con la que escribir rayas (surcos), o simplemente cavar lo sembrado, y mirar al cielo, sin que le repitieran veinte veces al día el tiempo que hace o va a hacer. Triste, que quien tenía la despensa llena (cuevas con papas, paredes y parras con piñas colgando, con el bramido de las vacas, validos de las cabras, o/y el cacareo de las gallinas, todo esto desaparecido, todo esto prohibido. Todo esto esperando volver a poder hacerlo, sin ver la posibilidad de hacerlo sino de noche robando algunas horas al sueño o develado por no poder ni siquiera dormir, dada la situación de inanición e inactividad, con pasividad y un sedentarismo absurdo y sin sentido. Triste, que nada se pueda hacer ni tocar en el sector primario, que teniendo tierras, no las pueda cultivar y teniendo la choza, el corral o la alpendre, no te dejen poner en ellos, ningún animal, a no ser que sea un perro o varios, pero éstos –los único que te permiten tener- ni te dan leche ni algún otro beneficio.

 

El Padre Báez.

Silencio en el campo

 

-        ya no se oye nada en el campo: está muerto

-        ya la esposa no llama al marido que cuida de la tierra venga a almorzar

-        ya no se oyen las cencerras de las ovejas y cabras

-        ya no croan las ranas

-        ya no se escucha el graznido de los cuervos

-        ya no se oyen a los pájaros canarios, ni a los otros

-        ya no rebuzna el burro

-        ya no relincha el caballo

-        ya no muge la vaca

-        ya no gruñe el cerdo

-        ya no cacarean las gallinas

-        ya nadie silva en el campo

-        ya nadie canta al sembrar

-        ya nadie canta la tabla de multiplicar

-        ya nadie canta en al trilla

-        ya nadie canta segando

-        ya nadie canta pastoreando

-        ya nadie canta

-        ya no se oye hablar gritando al que está lejos en al faena

-        ya nadie canta arando

-        ya no se escucha al hacha cortando leña

-        ya nadie canta en la trilla

-        ya no se oye el crepitar del fuego en el fogal

-        ya no se escucha, ni siquiera al viento

-        ya no se oye el canto del agua en el riego, por las acequias

-        ya las madres no cantan el arrorró mi niño chiquito

-        ya no cantan las mujeres en el lavadero

-        ya no se oyen los grillos, ni la cigarra

-        ya no se escuchan conversaciones del tiempo, ni criticando al vecino

-        ya no se oye rezar de tarde / noche en el patio

-        ya no se cantan serenatas

-        ya nadie canta por los caminos

-        ya nadie canta en sus casas

-        ya no se oyen el murmullo de nada

-        ya ni se escucha el silencio

-        ya no se oyen a los niños jugar

-        ya no se oye ni estornudar

-        ya no se escucha la radio de lejos

-        ya no se oye el paso de nadie

-        ya no se oye cantar: “¡fuego, fuego...!

-        ya no se oye el renguear de los camiones

-        ya no se escuchan los motores de los pozos

-        ya nadie hace ruido en las escuelas vacías de los pueblos y aldeas

-        ya no se escuchan ni las campanas a muerto

-        ya no se oye y goza la Misa como antes

-        ya no se oye a nadie por las calles

-        ya nadie habla y hace cuentos en las guaguas

-        ya nadie dice nada

-        ya no se oyen canciones mejicanas

-        ya no se oye el goteo del agua

-        ya no se escucha la Palabra

-        ya no se oyen las bocinas de los barcos

-        ya no se escucha el coger las hojas de las cañas

-        ya no se oyen pasos de nadie

-        ya nadie pide agua por las casas para beber de camino

-        ya nadie pide un plato de comida a pesar del hambre

-        ya nadie escucha a nadie

-        ya –creo- ni se escuchan a sí mismos nadie

-        ya no se oye ni a la propia conciencia

-        ya no se escucha sino gritar, como locos: “¡gol, gol, goooooool...!”

-        ya no se atiende a la voz de la experiencia, la de los abuelos

-        ya las madres no riñen a su único hijo, ni lo enseña

-        ya ni se discute, para luego la reconciliación

-        ya es desesperante y ensordecedor el silencio reinante

-        ya con tener dos oídos, no se oye nada, a nadie, ni a sí mismo

-        ya ningún ruido de nada, de nadie, por ningún lado

-        ya los baifitos y corderos no balan

-        ya no se oyen tractores arando la tierra

-        ya no se escucha ninguna sierra cortando ramas a los árboles

-        ya no se escucha el trote de ninguna yegua

-        ya no se oye golpear la ropa en la lavadera

-        ya no se oye al afilador gallego cada año por esas fechas

-        ya no se escucha a nadie recitar romances, poesías, oraciones añejas

-        y no se oye a nadie rompiendo piedras

-        ya no se oyen a las madres llamar a sus hijos que juegan

-        ya no se escucha a nadie tocar para nada a las puertas

-        ya no se oyen los timbres de las casas

-        ya nadie escucha al anciano y al enfermo solo

-        ya no se escucha el parte, como antes

-        ya no se oye pregonar pescado fresco de Agaete o de san Cristóbal ya no se escucha ni oye barrer

-        ya no se ve a nadie en un cruce de camino hablando con alguien

-        ya no se escucha ensañar a las madres oraciones a sus hijos pequeños

-        ya no se oyen las halabas del molino

-        ya no se oyen los viejos relojes marcar las horas

-        ya no se oye periquito alguno o al loro

-        ya no se oyen las bocinas de las motos, coches y camiones

-        ya no se escuchan los sermones de la novena, quinario o trío

-        ya no se oye al cartero, ni al panadero, ni al cochinero de Ingenio

-        ya no se escucha u oye barrer

-        ya no se escucha lavar y destiñar los calderos y platos

-        ya no se oye el maullar de los gatos

-        ya no se oye martillear un clavo

-        ya no se escucha la explosión de un barreno (no se canta la dinamita)

-        ya no escucha el hijo al padre sino éste al hijo, que es el que manda

-        ya no se oye el timbre de una bicicleta

-        ya ni se oye ni el ruido o vuelo de una mosca

-        ya no se oye llorar a un niño

-        ya no se oyen cuentos de brujas

-        ya no se escuchan mentiras de los cazadores

-        ya no se oye el paso de nadie

-        ya no se habla de política

-        ya no se oye, ni escucha...

-        ya, solo, se oyen ladrar, a los perros.

 

El Padre Báez.

 

Así se habla todavía en el campo

PADRE BÁEZ: No quiero decir que al cien por cien, ni mucho menos, pero que en algunos parajes o por algunas cuevas, como es la de Antonia entre Cazadores y La Pasadilla, al menos allí, se conserva este hablar de otros tiempos, con lo cual se asegura la tradición, que como es lógico, se va perdiendo de no quedar recogido estos términos y expresiones, tan llenos de encanto y sabor. Y ello, basta con una visita, y un rato de conversación, para entendernos usando palabras tan distantes, y tan cercas a la vez. Lástima de palabras que se pierden, que desaparecen, que se borran, y algunos de las últimas generaciones, ni entienden.

Políticos y el campo

¿A qué viene esto? Amigos tertulianos y lectores en general:  la Verdad de Lanzarote no lo leen 10 personas solamente. Este periódico digital viene de buena madre y de un padre extraordinario en la lucha durante más de 50 años. Ejemplos: Radio Alltahay, La Revista y Radio La Voz del Pueblo. Que decían que no la oía ni escuchaba nadie;  y ahora dicen no leen el digital La Verdad.

Políticos y el campo

PADRE BÁEZ: 

-        el 99 % de ellos, no se toman en serio el campo

-        y ellos en su mayoría tienen su hábitat en el campo

-        no dejan seguir trabajando en el mismo

-        y ello a pesar de la crisis

¿Queda tierra en el campo?

  Me contó Miguelito, pastor de 83 años, todavía con un buen puño de ovejas (unas cuarenta), de Caideros de Gáldar, que siendo él niño, acompañó a su padre, de trashumancia, y que al llegar a donde iban a pasar

¿Y queda tierra en el campo?

PADRE BÁEZ: Me contó Miguelito, pastor de 83 años, todavía con un buen puño de ovejas (unas cuarenta), de Caideros de Gáldar, que siendo él niño, acompañó a su padre, de trashumancia, y que al llegar a donde iban a pasar una temporada -propia del viaje y cambio-, al ver la tierra vacía de comida, éste le preguntó y dijo a su progenitor, que allí, no había nada que pudiera comer el ganado, a lo que el mayor (el padre) le dijo al entonces niño: “¡Jijo, a la tierra le da vergüenza dejarse morir de hambre al ganado!” Pues bien, viene esto a cuanto, porque la tierra, la tierra a pesar de que el cabildo está detrás de toda ella, para comprarla, la tierra, no se vende

Urgencia en el campo

 El campo tabaibero -si los políticos lo permitieran-, daría tal producción  de comida, que no sería necesario importar nada, ya que sobraría comida para el archipiélago, y hasta habría para exportar, y acabar ya de una vez con esta crisis, que alargan adrede, por motivos oscuros.